Thursday, April 26, 2007


El pichón

Del libro "Cuentos y Relatos del Aire a Mediodía" de Patricio Borlone, publicado por Editorial del Norte, 1998, La Serena.




Salió del edificio más alto de la gran ciudad en busca de su amada. Se desplazó por distintos lugares de la metrópoli, sin resultados. Ya cansado y por casualidad la divisó en la iglesia, quieta y tranquila. Inmediatamente se dirigió hacia ese punto, rápido como un halcón.
Al llegar, extendió al máximo sus alas hacia atrás, bajándolas, haciéndolas perder el ángulo de ataque que disminuyó suavemente su velocidad. Lo mismo hizo con la cola de abanico, la que movió leve y rápidamente para mantener el equilibrio. Bajó lentamente y se paró aferrando con sus patitas rosadas, el hierro de la cruz. Ella estaba parada en el otro extremo. Sus delicados ojos de tonalidades rojizas le miraron y él, con las pequeñas plumas de su cuello engrifadas, le lanzó un sonido de arrullo que llegó a la hembra haciéndola reaccionar. Ambos, con pequeñas pisadas laterales se acercaron al eje central de la cruz y quedaron casi topándose. El pichón, de un color pardo brillante con la cabeza más oscura y ella, menuda y blanca con sólo algunas plumas de la cola grises, rozaron sus oscuros picos repetidas veces, teniendo el hierro central de por medio y comunicándose plenamente, como si ese fuera su idioma del amor.

Jamás se supo que conversaron. Sólo se les vio salir volando desde allí muy juntos hacia el oeste de la ciudad. Hicieron mil piruetas y giros en el aire, demostrando la juventud que sentían y vivían. Sus alas, huesos, plumas remeras y plumas timoneras conseguían con estos vuelos la potencia y ligereza que necesitarían en el futuro.
Cada cierto tiempo se paraban en alguna cornisa, techo o cable y picoteaban, por costumbre, cerca de sus patitas. Volvían a acariciarse con sus picos demostrándose lo que sentía uno por el otro. Luego de un momento, volaron nuevamente haciendo despliegue de todas sus habilidades, siempre hacia el poniente. La ciudad misma ya había quedado atrás, pero a ellos no les importó, siguieron ascendiendo. Estaban juntos. Por eso no se dieron cuenta, ni sintieron la descomunal mole de 152 toneladas que ascendía rugiendo motores agudamente hacia las alturas.

-¡Santiago, el vuelo 179, cambio! -llamó por la frecuencia de radio el piloto.
-179, Santiago, prosiga -respondió el centro de control.
-Aparentemente, en el ascenso, se metieron un par de pajarracos en la turbina número dos, instrucciones para regresar...

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Monday, April 16, 2007


Situaciones ovni en Chile
El caso Arica 1963

Una de las pocas situaciones que en Chile se mantuvo en secreto por largo tiempo. Es la prueba de un ovni captado al sur de Arica en el año 1963, ratificada por dos testigos confiables y coincidentes, a kilómetros de distancia.


Este suceso casi desconocido por el mundo chileno de la investigación ovni- dio la vuelta al mundo por ser uno de los pocos casos “trípode”, que dispuso en el mismísimo instante en que ocurrió, de tres instancias de testigos serios, profesionales y separados por decenas de kilómetros; uno, la tripulación y 75 pasajeros de una aeronave comercial de LanChile en vuelo, otro, un fotógrafo en el Alto de Chaca, al sur del puerto de Arica, y por último, a un controlador de tránsito aéreo en la torre de control del aeropuerto de Chacalluta.
Si se hace un análisis profundo del caso –en 1963 no había muchos personeros dedicados al tema ovnilógico- se descubrirá que el episodio es extraordinario, ya que para todos los involucrados en el hecho fue la primera vez que estaban frente a una situación de las características que se señala. Por ello, algunos se aferran a que este caso es sencillamente verdadero y ocurrió en la fecha que se indica; lo prueba la edición del diario “Concordia” de Arica, con varias fotografías captadas aquel día y publicadas varias veces como portada, debido a lo impresionante de las imágenes.

(Extracto de la nota en el Libro de Novedades de la Torre de Control del aeropuerto Chacalluta de Arica –Firmado: Patricio Borlone Rojas)

“El día 30 de enero de 1963, alrededor de las 21:00 horas, mientras esperaba atender al vuelo 901, un cuadrimotor DC-6 B de LanChile que había despegado del aeródromo Cavancha, en Iquique y que estimaba arribar al aeropuerto de Chacalluta, Arica, dentro de 30 minutos, recibo un llamado por la frecuencia de radio, VHF 118.1 megaciclos (hoy MHz) de dicho vuelo, que comúnmente llama sólo a diez minutos antes de aterrizar y solicita información de tránsito aéreo en la zona. Le pido que se mantenga en escucha en la frecuencia mientras realizo contacto con el Centro de Control de Área de Antofagasta (ACC) y la torre de Iquique, por si existían vuelos militares dentro de la extensión correspondiente y sin información de plan de vuelo. Incluí así mismo a la torre de control de Tacna, Perú, que está muy cerca de la frontera con Chile, y su respuesta también fue negativa.
Le señalé al piloto del vuelo 901 que no había tránsito de avión alguno en su ruta hacia Arica, a lo que respondió que a pocos minutos de vuelo después del despegue de Cavancha, tenía una luz grande y circular a unos 200 metros de su ala derecha y que le estaba formando a la misma altura. Como la situación era anormal y no está permitido por la legislación aeronáutica volar a aquella distancia, menos en horas nocturnas, excepto haya acuerdo previo, informé al ACC de Antofagasta lo que estaba sucediendo con el vuelo 901. El encargado del ACC tomó nota de la información, pero nada podía hacer. Insistí con el piloto que verificara lo informado y reiteró que la luz amarillenta se mantenía a la misma distancia de su ala sin efectuar evolución alguna.
Al pasar de los minutos, ya estaba volando sobre la capa de nubes que cubría el área y estaba entrando a la zona en que podía descender desde los 7.500 pies que volaba. Le autoricé a descender a 3.000 pies (1.000 metros) para prepararse para la aproximación a la pista en uso. Después de 6 minutos, el piloto llama para informar que está volando bajo la capa nubosa, tiene a la vista la ciudad de Arica y que aún permanecen la luz a su costado derecho. Empleando la fraseología técnica le pido que encienda sus luces de aterrizaje que van ubicadas en el medio de cada ala, en el DC-6B, para tener opción de ubicarlo con los prismáticos. Realiza la acción y logro identificarlo en una suerte de final largo a la pista en uso y también observo la luz que lo acompañaba. La visión del conjunto avión y luminiscencia acompañante las pude observar por unos seis segundos y luego la extraña luz hizo un increíble giro de 90° hacia arriba y se perdió a través de la capa nubosa, desapareciendo de mi vista, de la del piloto y los 75 pasajeros del vuelo”.

Aquella misma noche y a la misma hora del 30 de enero de 1963, en el Alto de Chaca, el fotógrafo y comerciante ariqueño, Gino Rossi, captó dicho evento y la imagen que se presenta en este artículo, dio la vuelta al mundo por lo inusitado de la toma que se había realizado con una cámara con un teleobjetivo de 20 centímetros y una exposición de 6 segundos, lo que hace que la circular figura de la extraña luz captada parezca un “gusano”; si Gino Rossi la hubiera tomado como una instantánea, se habría visto una circunferencia. Así lo señaló al diario La Concordia” el día que fue entrevistado.

Las personas que fuimos testigos de la evolución de la luz que acompañó al vuelo 901, ya sea desde la cabina del avión, de la elevación del Alto de Chaca o desde la torre de control de Chacalluta, fuimos primerizos en observar algo extraño en el aire que desconocíamos cual era su procedencia. Cada uno sabía que se trataba de algo que no tenía una explicación valedera, pero que sí existía, “porque lo estábamos viendo”, señaló uno de los pasajeros del vuelo 901 e insistió que no fue una espejismo o ilusión generalizada y, el comandante del avión, señor Cid, apuntó encontrarse sorprendido de la actitud de la luz, aunque no era amenazante, le pareció que en cualquier momento explotaría y su nave junto a ella. Mi impresión fue que algo inexplicable, y que no podía corresponder a otra nave hecha por el hombre o a algún experimento humano, puesto que se mantuvo cerca del ala del DC-6B por más de media hora sin realizar ningún movimiento, excepto mantenerse cerca de la aeronave. Con los conocimientos que un controlador de tránsito aéreo debe tener sobre meteorología, aeronáutica, física y otras ramas del saber, fui incapaz de determinar la calidad y procedencia del objeto avistado. Tal vez la experiencia fue impactante para muchos de los involucrados y varios hayan tenido para su futuro, una mirada distinta de las cosas y de la vida.
Desde ese 30 de enero de 1963 - mi primer avistamiento- me propuse leer, estudiar e investigar todo lo que no tiene una explicación racional.
Si bien es cierto que en la actualidad existen una serie de experimentos militares y científicos que podrían ser confundidos con las formas que podría tener un ovni, hace 44 años, el Hombre no tenía los conocimientos suficientes para imaginar un dispositivo que volara a una velocidad determinada y repentinamente, realizara un giro brusco en ascenso y acelerara en diez veces su velocidad.
Patricio Borlone R.

Wednesday, April 11, 2007


Renace la esperanza

Esta vez parece verdad, si se tiene paciencia hasta el año 2013, cuando tengamos 6 años más de edad. ¿Cuántos estaremos vivos?


En la era moderna la construcción de un aeropuerto para una ciudad, por norma internacional, debe ser erigido casi al margen de las zonas de aglomeración; es el caso de Tongoy, que cumple con todo lo dispuesto por la O.A.C.I. Por esa simple razón una de las partes importantes del proyecto “aeropuerto en Tongoy” –que debe haber sido realizada con los tiempos suficientes- es la planificación del mismo e integración a un plan urbanístico regional, como debiera suceder en el caso de la Región de Coquimbo.
Todo esto, porque no hace mucho el ministro Bitrán ha anunciado, para reducir la inquietud imperante en las Regiones por los dineros inyectados al Transantiago, poner a caminar proyectos pendientes fuera de la Región Metropolitana y por esta situación, tal vez, haya aeropuerto en Tongoy, para 2013.
Se anuncia que habrá primeros llamados a licitación en el presente año. Si los dedos no engañan se está hablando de un objetivo que caminará lento y demorará 6 años en construirse. Muchos se preguntan si no habrá un error de números o de fecha. La cantidad de años señalados, teniendo un proyecto absolutamente encaminado -hace tiempo estaba preparado para iniciar licitación, con aprobación de instituciones que tienen que ver con el ambiente, con la proyección de los terrenos que habría que expropiar y varios otros ítems listos- es excesiva. Dirán que está de por medio la nueva ampliación a la concesión del aeródromo de La Florida, que debiera terminar cerca de 2012. ¿No hay posibilidad de gestionar un término, antes de la fecha indicada, ofreciendo un arreglo económico, ahora que hay fondos con lo del cobre? La comunidad de la región deberá esperar seis otoños y otros tantos largos inviernos, observando cómo los vuelos pasan de largo por sobre La Florida por no contar con los mecanismos electrónicos en tierra, imprescindibles para aterrizajes por instrumentos. Es muy probable que en un corto tiempo desaparezcan (¡por fin!) los contaminantes y ruidosos Boeing 737/200 de Lan y hagan su aparición los nuevos aparatos, puesto que hasta las escaleras correspondientes que harán subir y bajar a los pasajeros, ya están en resguardo en el aeródromo La Florida.
Aparentemente, quien hará su debut en estas “pistas”, será el Airbus 318, avión para 109 pasajeros, fabricado por el Consorcio Europeo de Fabricación de Aeronaves, siendo el más pequeño de la familia de los Airbus 320. El reactor, que viene con un completo instrumental que la seguridad aérea exige para la navegación actual, pareciera que no podrá ser usado en su totalidad, por contar el aeródromo sólo con lo mínimo indispensable para aterrizajes. Lo mismo que antes, pero sin ruido.
http://borlonerojas.blogspot.com



Monday, April 02, 2007


¿Ha oído hablar del Libro de Urantia?


  • Un documento que existe, pero sólo algunos tendrían acceso.

  • ¿Fue realmente escrito por seres fuera de la Tierra?



Tal vez el epígrafe, que pareciera haber sido extraído de algún sitio misterioso, corresponde a un texto que –según eruditos- es una suerte de Biblia, inciertamente revelada por “marcianos” y en la actualidad es físicamente patrimonio de una institución estadounidense.
No es por “pelar”, pero el conocidísimo periodista, investigador y escritor de ciencia ficción, el español Juan José Benítez, o J. J. Benítez, tiene una relación muy cercana a “El libro de Urantia”. Aquellos 8 “Caballo de Troya”, que hoy están publicados en varios idiomas y que han dejado una gran bolsa de dinero en las arcas del autor, en el año 1987, la revista española Interviú, denunció con toda pachorra que las novelas de Benítez eran simplemente un fraude y un duplicado o “refrito” de las páginas del nombrado Libro de Urandia.
La Editorial Planeta, que ha publicado la mayoría de los textos de J. J. Benítez, llegó a admitir el plagio, después de una serie de estudios dispuestos por la dirección de la editorial. En cuanto al escritor, “dejó para la posteridad testimonio de su gran calidad humana y profesional con declaraciones como: Dado que es un libro escrito por extraterrestres, no tiene autor; por lo tanto no puede haber plagio”. (plop).
Javier Cavanillas –desde su página en España- anunció: “Aunque parezca increíble, las horas de Juan José Benítez como gran investigador del fenómeno ovni, sábanas santas, conspiraciones y un largo etc., pueden estar contadas. Y no por las críticas a las que se somete desde éstas y otras páginas, sino por la pequeña rebelión que se está produciendo entre sus seguidores, tal y como refleja el foro de su página web en los últimos meses. La caída en desgracia del insigne investigador son: la veracidad de Caballo de Troya, la relación de esta novela con El Libro de Urandia y la decisión del navarro de cobrar 3 dólares a sus seguidores para poder acceder a su página web.”
El libro trata de una recopilación de diferentes textos “transmitidos” a una cofradía de estadounidenses entre 1934 y 1935 en Chicago, por posibles seres del espacio exterior.
El grupo estaba liderado por el médico y psicólogo Williams Sedler que, además, tenía una fuerte perseverancia por las hipótesis sobre la supremacía racial. El misterio de cómo se enviaron aquellos mensajes de textos y quienes los recibieron para luego transcribirlos al inglés, perdura hasta hoy. Sus propios adeptos no lo comprenden, sólo reconocen que su contenido es lo importante, puesto que hay extensos pasajes dedicados a la vida de Jesús en los que, según sus seguidores, se ha inspirado Benítez para su saga “Caballo de Troya”