Wednesday, July 01, 2009


Los libros y su olor

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Nadie podrá negar que el olor de los libros tiene una esencia distinta a cualquier cosa, ya sea un libro viejo o uno nuevo. Ni hablar del olor que no existe en a los e-book.


Hay muchas personas que llegan a casa apresuradamente a hojear un libro recién comprado para leerlo, algunas, lo primero que hacen es oler ese aroma que sólo entrega la tinta y el papel reciente. Cierran los ojos y aspiram como si sintieran uno de los mejores perfumes franceses. El mundo del olor a libro es un poco psicológico, tal como lo es el de un automóvil recién comprado, que no se sabe si el olor es del cuero, el plástico o aceite y pintura juntos. En zapatos o botas nuevas, sucede lo mismo, también hay olores satisfactorios a cuero y pegamento. En esos ejemplos hay variedad de olores. En el libro nuevo sólo hay dos: tinta y papel.
El aroma de un libro ya usado es distinto. Cuenta con mayores efluvios e irradación de olores; puede que sea por lo manoseados que están debido al valioso aporte del contenido, al del polvo acumulado más la humedad ambiental en que estuvo guardado. Todo eso ayuda a lograr que el olor a nuevo ya gastado e ido como es el de la imprenta, ya no está.
En verano, las temperturas ambiente cambian los olores. En la playa - que es común llevar uno- el libro expuesto al sol impetuoso invade cada parte del texto, lo calienta y el papel impreso pierde un poco su aroma y se impregna de aire marino, como a cochayuyo y otros olores distintos, que luego guaradado, en invierno, desaparecen debido a la humedad. También existen libros –son los menos- que tienen olores raros, que producen un escozor en la nariz y a veces hacen lagrimear los ojos, sobre todo cuando se hacen correr las hojas con el pulgar cerca de la cara. Algunos tienen olores que no existen, otros, un olor apalabrado y la mayoría tienen ese olor a tinta antigua que a uno lo hace viajar lejos en distancia y tiempo, según su contenido.
Como sea, el olor a libro nuevo es común, no así el del libro viejo, que es como un plato de comida fina, que cada día puede ser diferente y oler de forma grata; que de mañana puede olor a plantas y flores y al atardecer a un pichintún de la fogata o leña de chimenea. El olor de un libro viejo que aún está en condiciones de leerse puede que tenga un vaho a enmohecido, y si las tapas son de cuero auténtico, mantendrá levemente ese aroma, conjuntamente con olor a polvo.
Hoy se sabe que si algún libro no tiene olor, no es porque el papel se ha hecho de un árbol muerto, sino porque el tiempo lo ha borrado y no ha sabido contenerlo, hoy el libro puede tener el olor que el lector quiera.
Lo saben los amargados e-books o libro electrónico, que jamás han tenido olor y no ha faltado la mente inventiva que ha creado un spray con olor a libro viejo, con aroma a moho, a gato rancio, a tocino frto, a libro nuevo y olor a sensibilidad. Se llama “Smell of Book” y está en Europa y otros lugares; aún no llega a Chile, pero ya llegará para aquellos que añoran el libro viejo, cualquiera sea su delectión.

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