Monday, June 08, 2009


¿Se ha perdido la magia del papel y la tinta?

Las cartas que hoy llegan a los domicilios o a la casilla de correos, provienen de los bancos, instituciones financieras, casas comerciales o cuentas varias. Ya no llegan cartas escritas a mano.

Los sentimientos profundos que se solían asentar sobre el papel, pensando y reflexionando cada palabra, casi dibujando la letra colgada en la pureza del papel con la mejor caligrafía, se ha ido. Casi no existen.

Aquellas cartas han desaparecido como lo han hecho las tarjetas de Navidad, que antes solían llegar a las casas 20 o 30 ejemplares, que se disponían cercanas al pesebre o el arbolito navideño. Este año ha llegado una; y es de un viejo amigo que siempre se negó a tocar un computador y a capacitarse aunque fuera bizantinamente. Él sigue escribiendo a mano lo que sus sentimientos y corazón le dictan en el instante. La diferencia está en eso.

En la actualidad, los llamados telefónicos y los correos electrónicos han monopolizado la comunicación y la vieja carta junto con la tarjeta de finales de año, van hacia el precipicio, como ya se fue el vinilo, el casete y el disquete.

Los e-mails que llegan hoy, podrían ser emulados por cualquier persona, pero la carta escrita a mano, no; esas tenían un sello absolutamente personal, porque se reconocía la escritura –por ejemplo- la "l" era bien alta o la "m" eran como varios cerros juntos y eso caracterizaba a quien la escribía. La forma de las letras daban esa sensación de reconocer lo inconfundible del "puño y letra" de la persona amiga.

Aquellas cartas tenían, además, una fragancia sutil que identificaba a quien las enviaba, se podía cerrar los ojos e intentar vislumbrar la figura tenue de la persona que escribía. Estaba manuscrita, repleta de pensamientos, reflexiones o simplemente de recuerdos vividos, que se podían redactar con el tiempo necesario.

En la actualidad los correos electrónicos más parecen telegramas; decir lo justo y necesario en el menor espacio posible; claro que existe una diferencia palpable que es la velocidad de las respuestas y viceversa. Por algo se dice que "time is money". Antes había que esperar el trámite largo del envío, la venida del cartero y la espera hasta abrir el sobre, sin antes respirarlo por instantes, porque la invocación trae recuerdos.

A la pluma y al lápiz Bic le han buscado el camino rápido y corto hacia el precipicio. Ya a nadie le importa que la tinta haya mojado el papel y creado poesía, que la ilusión de recibir una carta con el nombre manuscrito, ya no exista en el buzón. Sólo interesa la modernidad, la velocidad y los lógicos avances informáticos. Pero siempre habrá alguien que una carta escrita a mano, será muy bien recibida.


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