Tuesday, September 02, 2008


Los consumidores y supermercados.

La creación constante de productos y sus nuevas necesidades tienden a llevar al consumidor a gastos cada vez mayores. El consumidor es quien que hace trabajar a las grandes cadenas adquiriendo bienes o productos para él o terceros que lo necesitan.

Ante la publicidad que invade los medios de comunicación, los supermercados tienen su propia batalla. Estos saben perfectamente que están en una guerra, en que prima la verdadera posición que logren y no en el tamaño del negocio. Es desconocida inversión que estos negocios gastan en publicidad, sólo se entiende que cada uno desea destacar su imagen con lo económico de los precios y las granjerías que existen al tener la famosa tarjeta del negocio o dinero plástico. “Aliméntese hoy y pague el próximo mes”, rezará en cualquier momento un letrero o aviso. Ni hablar de la televisión, radio y diarios que allí sí que se observa como luchan estas cadenas de supermercados.
Mientras tanto, los obligados consumidores mantienen la acción de adquirir productos para sobrevivir, cualquiera sea el origen de la cultura y las ideas que evidencien. Hay que recordar que las primeras civilizaciones que aparecieron sobre el planeta, la principal actividad humana era ser nómades; se agrupaban para subsistir y luchar por consumir lo que la naturaleza les entregaba en su movimiento caminante.
Pero siglos después, cuando la industria nació y la actividad se mecanizó, el incremento de la producción avanzó a pasos agigantados. Esto hizo que hubiera más productos y el mercado impuso la necesidad de comercializarlos creando el apremio de la distribución, desde donde nacieron variedad de otros negocios, donde luego se insertaron los supermercados, desplazando a los pequeños emporios.
Ya establecidos en un lugar que los estudios de marketing señalaron, estos grandes conglomerados de productos tuvieron que hacer algo más que mostrara una cara bonita y atraer a los consumidores , atraparlos con ofertas de alimentos para que luego pasen a engrosar sus bases de datos y mantenerlos asidos con las tarjetas e crédito. De esta forma los compradores se mantienen cazados y no emigran hacia otros competidores.
Cada uno tiene su propio estilo para lograr esto y necesitan de la publicidad para conservar los clientes, los que creen verse favorecidos con puntajes especiales por las compras o regalos, que muchas veces los aceptan como artificios, que no son más que aparentes objetos de poco valor, porque los supermercados nunca pierden.
Esta publicidad ha sido una vena clave para la sociedad de consumo. A la larga, el consumidor mismo es el que paga sus propios puntos que obtiene, que pareciera obtienen gratis de estas grandes tiendas de alimentos. Además, de esta forma van creando una necesidad para que posteriormente compren permanentemente en ese local.
La competencia entre supermercados siempre estará presente, que es el anzuelo para no perder clientes.