Wednesday, November 09, 2005


UN VIAJE A PICA

Parte de un desierto increíble

Desde hace tiempo que venía con esos deseos de viajar hacia el norte de Chile y específicamente a la localidad de Pica.
Después de tanto tiempo, aterrizar como pasajero en Iquique –en el aeropuerto Diego Aracena- en medio del solitario terreno desértico cerca del mar, no deja de ser expectante.
De repente, al aproximar a la pista 18, me trajo recuerdos de cuando aterrizaba como copiloto en el aeródromo de Cavancha, en medio de la ciudad de Iquique, la que poco a poco había absorbido los terrenos de la pequeña pista, donde hasta el tránsito carretero de calles y avenidas tenía una suerte de semáforo que se manejaba desde la torre de control para evitar que los despistados conductores atravesaran el final de la pista, mientras un avión estuviese aprestándose para aterrizar. No recuerdo que haya sucedido algún accidente alguna vez. Pero si sucedió, jamás lo supe en los 33 años que estuve en el ambiente aeronáutico.
Llegamos a un buen hotel y al día siguiente nos dispusimos a tomar un tour hacia Pica. Fueron alrededor de dos horas de viaje por una carretera asfaltada de dos vías que atraviesa un o de los desiertos más áridos de la Tierra. En medio de las extensas planicies que cobija ese desierto se alcanzan a distinguir los altos picos nevados y algunos volcanes ya sin vida aparente. Pequeños oasis de vegetales y arbustos regados por las nieblas nocturnas del Pacífico logran sobrevivir así como algunos camélidos de la zona. Al compenetrarse más por la huella de asfalto, subiendo hacia Pica, se observan bosques de tamarugos que forman la Pampa del Tamarugal, uno de los espectáculos más soberbios al encontrar un bosque en medio del desierto más seco del mundo, rodeado de vientos que levantan la arena que juega haciendo montículos cambiantes. La lechuza blanquina llamada pequén y algunos aguiluchos, merodean en las alturas en busca de algo como alimento, de vez en cuando. Todo esto a unos 70 kilómetros desde Iquique.
Es destacable hacer referencia al sitio arqueológico de los Geoglifos de Cerros Pintados, de reconocida importancia nacional, donde se observan los dibujos sobre la piedra, los cuales semejan animales, figuras humanas y geométricas.
Es paso obligado hacia Pica, las localidades de Matilla y La Tirana, pueblos emblemáticos del sector del desierto. La Tirana tiene una legendaria iglesia, de zinc y madera, típica del desierto norteño y donde se guarda durante todo el año a la Virgen de la Tirana, la que se venera en grandes fiestas una vez al año y donde se juntan miles de personas y devotos.
Por fin se llega a Pica, justo a la hora de almuerzo y en un pequeño restorán, casi familiar, decidimos aplacar nuestro hambre y pudimos tomar un par de vasos de jugo de mango, para mi gusto, la fruta más exquisita y dulce que haya comido.
En Pica se encuentra la famosa “Cocha Resbaladero”, pero las personas prefieren bañarse en la llamada Cocha Chica, con bastante agua caliente que emerge de un natural surtidor de la superficie y donde la gente aprovecha de bañarse tal como viene haciendo desde hace siglos.
En Pica hay magníficos lugares para fotografiar, casas antiguas, iglesia, fabrica de alfajores, plazas, etc.
Y lo que realmente caracteriza a esta localidad, son las grandes plantaciones de limones. Son de característica pequeña y propia, de un gran sabor y muy jugosos, muy apetecidos para elaborar el pisco sour.
Al volver a la ciudad de Iquique, uno llega cansado de ver la hermosura del desierto norteño y sólo desea recostarse un buen rato y pensar el extraordinario paseo hacia Pica.