Friday, October 21, 2005



HA MUERTO UN LIBRERO
(PBR 1999)


Aquel mediodía nublado entraron al Café Luz a beber un poco del brebaje del afecto, el de la amistad y de la confidencia.
-¿Por qué te ves triste?
-Debe ser porque ayer murió un librero -dijo Muñoz, lentamente, mientras tomaban asiento alrededor de la mesa de siempre.
-¿Quién murió?
-Don Pepe –expresó con voz grave- Era un hombre sabio en su materia y en muchas otras más. Librero de la calle San Diego, de esas de libros viejos donde encuentras el pasado y la huella de muchos, comprimidas en unas cuantas páginas de un libro o revista.
-¿Lo conociste bien? -interrogó Ramón, interesándose en ese hombre
-Sí. Lo conocí muy bien. Tuve esa oportunidad.
-Vamos... Muñoz, cuéntame de él.
-Don Pepe habitaba en el fondo de su librería, que en realidad tenía el porte y el señorío de una biblioteca. Tu podías tocar y sentir el silencio en esa inmensa tienda -dijo el relator, mientras afirmaba su mentón con la mano, reflexionando y recordando instantes vividos con él. -¡Ha muerto un librero! “Tu muerte fue un silencio de granero”, como dice Neruda en uno de sus hermosos poemas. ¿Te has dado cuenta que no hay nada más silencioso que un granero?
-Ahora que lo señalas, sí. Neruda tiene cosas hermosas, que muchas veces no notamos -señaló Ramón, al tanto que revolvía su taza con café.
Muñoz bajó la cabeza, pensativo, haciendo una leve señal afirmativa y cogiendo un libro que había dejado sobre la mesa, abrazándolo contra su pecho.
-Pero un oído alerta puede oír en un granero el sonido de la vida, la silenciosa música de la vida. Allí está, latente, esperando que alguien, como la mano de un labrador o de un sembrador, resuelva convertir ese silencio en vida, en espiga, en pan...
-Su librería debe haber sido así, repleta de silencio.
-Así es. Su librería era silencio. Era silencio y poesía, porque este hombre también era un poco poeta. De vez en cuando nos contaba cuentos y leía poesías, que eran como la seda. Hablaba despacio, adelgazando las palabras y, a mí, me parecía que era una voz fresca como una hebra de río. Adiós librería, adiós don Pepe. Ambos se avenían muy bien. Ambos se conocían más que hermanos. Esa librería tenía “silencio de granero”. ¿Qué otra cosa es una gran librería de las antiguas? Ese tipo de lugares está lleno de vida, de ideas, de belleza, de crueldad, de ataques, de agresiones, de desprecios, de viajes lejanos. Todo eso es una librería, porque dentro de ella están esos conceptos en los volúmenes. Una librería cuando está dirigida por un gran librero como era don Pepe, le inculca ese efecto especial. Sólo él sabía donde estaba ubicado cada tomo metido en los estantes. Los tenía en la mente. Debes de saber que un gran librero es capaz de encontrar un ejemplar, casi sin mirar la ubicación. Para quien no conoce una librería de aquellas antiguas, todo es un misterio, es extraño, es casi incomprensible. Para un buen librero... no.
Nuevamente se quedó pensando. Ramón lo observo atento. Muñoz tenía la vista clavada en lontananza, o parecía hacerlo sobre una de los cerámicos de la cafetería. Sus pensamientos estaban arremolinados tratando de conectarse con los del librero, que ya se encontraban arriba, tal vez en el cielo. Se lo imaginó con la ropa que usaba constantemente. El largo chaleco gris de invierno y verano que lo envolvía, porque él era atérmico. No sentía ni calor ni frío.
-¿Sigues pensando en el librero?
-Sí. Me cuesta pensar que está solo -respondió Muñoz.
-¿Y quién te dijo que está solo? –objetó- ¿No puedes pensar que, quizá, ahora está junto... a Gutemberg, por ejemplo? Tal vez lo conoció ayer y hoy ya son amigos.
-¿Gutemberg, el de la primera imprenta?
-¡Sí! Pudiera ser que estén juntos -ratificó Ramón.
-Posiblemente -afirmó Muñoz, plasmando la idea y levantando la mano con el libro que había tenido abrazado- Si, mi viejo amigo, a lo mejor han unido la imprenta y la librería. Esto que tengo aquí -dijo, mostrando el libro- es el aparato más increíble, la máquina más perfecta que inventó el hombre. Puedes viajar o instalarte en cualquier época de la historia. Puedes revivir a poetas, escritores y traerlos a tu lado, saber sus pensamientos, conocer de sus reflexiones. El libro es una herramienta hermosa, es cómoda, está cargada de estética, de belleza, de ideas... Don Pepe manejó esto con idoneidad y conocimiento... y la vida se lo ha llevado... se lo ha llevado dejándonos su recuerdo... y ahora estará en el cielo, acompañado de otros libreros como él y de muchos amigos.
Ramón lo siguió observando mientras pagaba el consumo. Luego las miradas se encontraron. A Muñoz le brillaban los ojos con una suerte de luminosidad de perlas nacaradas.
Se levantaron, arreglaron las sillas alrededor de la mesa y Ramón puso una mano en el hombro de él y salieron hacia la brisa de la calle, cada uno a sus quehaceres.
Insc. Nº 109430