Wednesday, November 22, 2006


El Tercer Reich y la novedosa tecnología.

Pocos saben que el Führer se las ingenió, junto a sus asistentes, para conseguir lo inalcanzable.


Existe un tema que, en lo posible, se ha tratado de ocultar a través del tiempo o por lo menos, desacreditarlo al máximo para que no sea tomado en cuenta. Se trata de los nexos que Adolf Hitler habría tenido, en alguna oportunidad, con seres venidos del cosmos, antes de 1938.
Parece un argumento muy poco creíble, pero los restos físicos de los experimentos nazis en esa materia, estaban vigentes durante la II Guerra Mundial y si no lo lograron por completo, a lo menos obtuvieron los prototipos suficientes de armamento como la “Fliegende Scheiben” o más conocida como bomba V-7 o arma de represalia contra los enemigos de Alemania. (Vergerlstungwaffe 7”). Cada una de estas armas fue construida por Siemens y probadas en Peenemünde (Noruega), la base de misiles donde se probaron las V-7 que se utilizaron contra Inglaterra.
Muchos fueron los técnicos, ingenieros y científicos que formaron parte del gran batallón experimental en investigación ovníloga en la Alemania nazi. Un amplio abanico de posibilidades y habladurías coronaban los largos pasillos de los lugares donde se experimentaba con tecnología alienígena, generalmente fuera de Alemania. Los ex funcionarios e ingenieros estaban amenazados de muerte si hablaban acerca de los temas en los cuales habían aplicado sus conocimientos. Cada grupo de científicos trabajaba por separado y ninguno sabía para qué servía lo que estaban desarrollando, excepto el cerebro del Tercer Reich y un par de sus asistentes directos.
Alrededor del año 1950, arriesgando sus vidas, varios científicos divulgaron algunas confidencias y cifras inconexas que llevaron a pensar oficialmente, los serios intentos del Führer por construir vehículos voladores similares a los ovnis por aspecto y prestaciones. Los resultados fueron funestos al matarse más de 18 pilotos de primera línea entre 1939 y 1940, quedando la aviación de guerra alemana, “Luftwaffe” creada por Hitler en 1935, prácticamente sin los importantes pilotos.
¿Pero, de donde vino la idea de realizar la construcción de esas extrañas y potentes máquinas? ¿Y los planos y diseños?
En las notas del Dossier X, en la que señala que el investigador alemán Jan Van Helsing, apunta a que la idea fundamental de construir vehículos voladores tan inusuales para la época, se le ocurrió a Hitler, después de que una “delegación” de extraterrestres (¿) procedentes de un sistema de Aldebarán, entraran en un secreto contacto con altos jerarcas nazis. Aquella magnitud estelar, Aldebarán, también es conocida como Alpha Tauri, que es la estrella más brillante de la constelación Tauro. El nombre Aldebarán deriva del árabe al-Dabaran, que significa ‘el seguidor’, y alude al hecho de que la estrella “persigue” alrededor del cielo a las Pléyades, un famoso cúmulo de estrellas. Aldebarán está situada justo al norte del ecuador celeste, y es visible en ambos hemisferios durante las noches de diciembre a marzo.
Según la versión de Van Helsing, los visitantes espaciales habrían tomado al Führer por el dominador del planeta y se habrían dirigido a él como “primer representante de la Humanidad”. Según algunos, esta habladuría se vería avalada por el hecho de que las numerosas interpretaciones esotéricas del nazismo siempre hacen referencia a un grupo de misteriosos “Superiores Desconocidos”, a cuyo mando se habría sometido Hitler.
Dejando a un lado la pintoresca situación por la genial idea de Hitler y los prototipos de naves volantes, el investigador Van Helsing asegura que en realidad, el equipo nazi de científicos e ingenieros, intentaron reproducir naves con las características de platillos voladores “aldebaranianos”, incluso Hitler mandó construir una fábrica encargada de elaborar copias de las naves.
Cuando estuvieron construidos los primeros prototipos, se les asignaron nombres pertenecientes a la mitología escandinava, tales como Vril, Thule, Odin y Haunebu.
Antes del año 1943, un ingeniero en motores de reacción, el milanés Giuseppe Belluzo y el ingeniero Miethe, asentados en la base Bratislava, crearon un platillo volante consistente y compacto de unos 40 metros de ancho y que en su primera prueba en vuelo, explotó en el aire. Posteriormente lograron armar uno que sí parecía funcionar y dio buenos resultados en las pruebas, lo que dejó al Fuhrer muy contento, pero parecía que no era la etapa de triunfos de Hitler. Coincidió con la llegada de los rusos a Berlín y debieron destruir, planos, proyectos, documentos originales, y hasta los modelos terminados y la fábrica, fueron destruidos para que no cayeran en manos enemigas. Tiempo después Alemana se rindió.
Luego de eso, comenzó la lucha entre rusos y estadounidenses por tener la tecnología que había desarrollado el Fuhrer y su equipo de ingenieros. La captación de los técnicos y científicos alemanes y extranjeros fue lo que marcó a la Guerra Fría. Ahora comenzaba otra faceta de la historia. ¿Visitarán a alguien los seres de Aldebarán?

1 Comments:

At 3:30 PM, Anonymous Anonymous said...

Algunos espiritus en cuerpos humanos, provienen de la lejana hiperborea....

 

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