El código de la vejez.
"Todos llegaremos a la última frontera, no importa en qué fecha; el precipicio está en la vejéz".
El ser humano se va abriendo caminos y fronteras desde que nace. Desde el esfuerzo de ubicar el manantial de alimento puesto por la naturaleza en la madre, pasando por aprender a caminar, a leer, a sentir amor por alguien, a ganarse el sustento, a tener una familia, a pasar por la vida entre alegrías y fracasos, hasta que se comienzan a olvidar las cosas. ¿Dónde dejé mis lentes? ¿Dónde están las llaves? ¿A qué venía aquí a la cocina? Estas y muchas otras son las preguntas que se comienza a forjar uno, poco a poco.
¿Pero, quién no olvida algo, alguna vez? Probablemente una gran mayoría de las personas lo hace. La intranquilidad lo ahorca a uno cuando esto pasa a menudo y más que nada, por no poder encontrar las cosas que creía estaban en un lugar y no lo están o, simplemente, por olvidar nombres y situaciones pasadas.
No obstante, la angustia inquieta a los adultos mayores y a otros más jóvenes, también. El código de la vejez se deja ver lentamente cuando ocurren estos olvidos. Pareciera que esto es una prueba de lo que dicen los médicos especialistas; que la memoria va cambiando con la edad y, agregan, que el cerebro usa diferentes recursos para almacenar y administrar la información adquirida, que con el transcurrir de los años, varía. Tal vez se así, porque el proceso se va haciendo más lento y los elementos transmisores o llamados “neurotransmisores”, en esa instancia de la vida, ya no se producen aceleradamente o en cantidad suficiente.
Los especialistas en terapias de la vejez, señalan que los olvidos no son, en absoluto, indicativo de alguna enfermedad específica que deba ser tratada por un geriatra. Los olvidos pueden considerarse normales, siempre que sean relativos a reseñas aisladas o a información carente de importancia. Se debe considerar que las cosas nuevas que se están aprendiendo en la edad del adulto mayor, como computación, bailes, capacitación en artes, tejido, etc., ocupan lugar y deben pugnar con la inmensa cantidad de recuerdos ya acumulados con anterioridad. Entonces, podría primar la importancia del recuerdo con la nueva técnica que se está cultivando. Allí, ya es asunto del cerebro y si lo que está alimentando las neuronas es fácil de comprender y, además, se está capacitado con algo grato, tal vez gane lo novedoso y una parte del recuerdo se vaya.
Pero hay técnicas para recordar donde se dejan las llaves: dejarlas siempre en el mismo lugar, lo que sirve también para los anteojos. Es recomendable anotar las cosas que se van a hacer en el día o apuntar en un cuaderno o libreta, si va a guarda en otro lugar, algo para que otro no lo tome.
Con los años se van cerrando puertas, pero también se abren otras, que muchas veces son mejores y ayudan a una mejor vida.
3 Comments:
Como siempre un agrado leerlo.
Ya sabe lo que pienso, señor Borlone... que mas da que pierda unas llaves, mientras no olvide lo realmente importante ;-)
Si me permite , queria compartir con usted , la sgte pagina, independientemente del hecho de que ya este en conocimiento de estos descubrimientos arqueologicos en Botswana,
un abrazo a la distancia.....
yo misma......
http://www.informativos.telecinco.es/objeto_religioso_mas_antiguo/arqueologos/piton/dn_36999.htm
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