Tuesday, December 27, 2005


LAS DOCE CAMPANADAS

Cada año el mito se repite.



Los tañidos suenan justo a la medianoche, cuando el año viejo se va y llega el nuevo, con las promesas, anhelos y proyectos deseados, que se espera se cumplan durante el transcurso del año.. Los ceñidos abrazos en celebración por la llegada de un nuevo ciclo del calendario, abundan entre los presentes. En una suerte de ritual que se desarrolla cada vez que se va el año viejo y lo expresan las campanadas del reloj de pared por el que se está iniciando, se aceptan los parabienes de quienes vienen. Los abrazos se reciben, se dan, se deben y se cobran hasta unos diez días después. Más allá de eso, podrían tener una connotación diferente, si se lee entre líneas.
Esta reunión es diferente a la cena que se realizó en la Navidad, que está un poco dedicada a los niños, a los regalos y a la familia. En esta otra velada –dicen que es para los más grandes- se cumplen una serie de ritos de como comenzar este nuevo año, comiendo unas cucharadas de lentejas, sobre todo las que están usando calzones amarillos, o unos cuantos llegan de su vuelta de la manzana cargando una maleta, o sacando doce uvas del pequeño frutero encima de la mesa, ritual que se relaciona con las aspiraciones de cada participante, con el expreso deseo de que aquellas se conviertan en realidad. Los brindis al terminar la duodécima campanada, ya se están iniciando expresando buenos deseos. Alegría y felicitaciones desbordan entre las risas y abrazos. Tal vez alguna serpentina, uno que otro silbato y bastante confeti, se aniden sobre las cabezas y ropa, para luego ir a dar al piso, con “gran alegría” de la dueña de casa.
Cada 31 de diciembre tiene su particularidad. En el de mañana –no cabe duda- la gran mayoría de los augurios, deseos y esperanzas estarán puestos directamente en que ansiados resultados del domingo 15 de enero –fecha de elecciones y de pocos turistas en esta quincena- sean positivos y ganadores, dependiendo de quienes lo griten con fervor, tanto los de este lado como los de allá. Las caras de los contentos y de los derrotados sólo podrán apreciarse alrededor de las 20 horas de ese día, mientras tanto la noche de 31, los abrazos seguirán siendo amistosos y llenos de juerga.
Junto a la doceava campanada, es la oportunidad de desear un Feliz Año a todos aquellos que jamás maldicen y atesoran las palabras economizándolas y son capaces de transmitir mensajes positivos por las travesías de la vida. También a los que caminan por la acera del vivir y si se caen por error, se levanten, se sacudan y sigan adelante, que el camino es largo.
Desear un Feliz Año Nuevo de igual manera a aquellos que van envejeciendo sin reconocerlo y que anhelan mantener un cuerpo joven, auto nuevo junto con un nuevo amor, porque tienen ese espíritu que los hace vivir y seguir hacia el infinito.
Así mismo un hermoso deseo de felicidad a aquellos que saben ser obesos y felices, endeudados, insolventes y alegres, despojados de cariño, pero complacidos en sus aspiraciones de fortunas venideras.
Para ellas también, que tengan mucha felicidad las que se agobian de amores no correspondidos y de dolor por aquel que no las merece y que en el reflejo del espejo enmarcado, descubran las bellezas de su interior.
No se excluye ni a los románticos ni sonámbulos, todos tienen derecho a un buen año.
El primer día del 2006, despertar sin una odiosa resaca que lo acompañe todo el día, es una gran suerte o simplemente el principio de un buen año. Muy Buena Suerte a todos.

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