Wednesday, December 14, 2005


DESPUES DE JUBILADOS, LA VIDA ES MAS DURA
En la tercera edad.


Son variados los ítems que podrían tomarse en cuenta cuando se frisa la edad de pasar a ser un jubilado. La mayoría elige quedarse en casa. Y allí está el error para aquel que toma esa decisión.
Hoy existe una verdadera preocupación por la progresiva aprensión que se ha visto en personas que tienden a jubilarse a edad más joven, con el fin de tener oportunidad de realizar otro trabajo que ayude a aumentar su entrada mensual, debido a que la vida se hace más cuesta arriba, para estas personas.
Si encuentra un trabajo a una edad madura y ya jubilado, debiera ser una actividad por un tiempo y de opción laboral más flexible y adaptable. Esto sería de gran ayuda, ya que permitiría conservar la autoestima, fundamentalmente por sentirse mental y físicamente activo y a la vez saberse útil dentro de un grupo social similar. Le ayudaría a levantarse temprano cada día, movilizarse hacia el lugar de trabajo y desarrollar la actividad elegida.
Pero suceden cosas. Cuando esa persona ya se lleva un tiempo trabajando y existe conformidad en seguir levantándose temprano para cumplir con la rutina, decidiéndose a extirpar eso de quedarse en casa, se termina el trabajo por asuntos que nadie entiende. En esas circunstancias se aprende que uno no es perfecto y pareciera que la vida se le abrevia, aunque no haya rosas ni espinas.
Muchos en este caso salen a caminan, ayudan en casa, lavan platos, pescan una escoba, matan el tiempo en compras y supermercados, reparan una llave o simplemente –cuando pueden- leen. Si se dispone de algún dinero, se va de viaje a conocer o a reconocer lugares olvidados o que traen recuerdos de la niñez. Otros más afortunados toman el automóvil y viajan al sur o al norte, dependiendo de la estación del año. Serán algunos días de regocijo, algazara y placer por cambiar de aires pisando tierras nuevas. Pasarán algunos emocionantes días, pero hay que volver al hábitat y renovar las actitudes de la vida y esto significa volver a hacer lo mismo de antes; a levantarse un poco más tarde, ir por los medicamentos necesarios para mantenerse saludable, recoger las cartas, que ya no son cartas de amistades ni parientes, sino sólo cuentas y facturas que hay que pagar y eso no puede dejar de hacerse. Cuando lo piden, hay que regar las plantas, arreglar el escritorio, botar papeles, limpiar, pasar un trapo, que archivar boletas y ordenar un poco. Ya con eso se le pasa la mañana.
Cuando pasan los años y se acerca a la edad de la etapa final de la vida -dijo el psicólogo norteamericano Eric Erikson en 1986- la tarea de la persona en ese estado es “contemplar su vida en un conjunto y con coherencia”. “Las personas necesitan aceptar su propia vida tal como la han vivido y creer que lo hicieron lo mejor posible en sus circunstancias. Si tienen el éxito en esa tarea, habrían desarrollado la integridad del ego”.
Más adelante, cuando ya han pasado años más, otros factores causan envejecimiento mental normal, y esto se debe a la intervención de cuatro factores:
El deterioro progresivo de las propias funciones físicas.
El declinar progresivo de las facultades y de las funciones mentales.
La transformación del medio familiar y de la vida profesional.
Las reacciones del sujeto ante estos diversos factores.
Por eso que la vida del jubilado es dura. Pero el adulto sabio sabe cuando aceptar el cambio que percibe y cuando oponerse al mismo, sabe cuando sentarse en silencio y cuando seguir luchando.

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