Thursday, March 20, 2008


Bajo el signo de la cruz alemana.



Durante el ominoso período correspondiente al Tercer Reich, los asombros adelantos y progresos observados en la Alemania de Hitler, sobresalieron enormemente con respecto a otros países europeos.

Es larga la lista que señala que la tecnología germana en los años 30´estaba avanzada en varios años respecto a sus equivalentes vecinos y que aquellos, por razones obvias, mantuvieron en el mayor secreto cada uno de los “inventos” o nueva generación de armas y vehículos de todo tipo, venidos nadie sabe de dónde.
No existía duda que Alemania confesaba tener la industria farmacéutica más adelantada para esa época, los automóviles más veloces, las aeronaves más rápidas y de largo alcance, además de ser los primeros en intentos serios de televisión (se transmitieron los Juegos Olímpicos de 1936), las pruebas de misiles V2 y de los aviones a reacción Me-262.
Dentro de la tecnología mejor guardada y mantenida fuera del conocimiento público estaban los aviones denominados Vril y Haunebu, basados en la energía producida por motores antigravitacionales, cosa absolutamente novedosa y de una dimensión futurista impensada en aquellos tiempos (en la actualidad,2008, el Tren Maglev usa dicha tecnología alemana en Shanghái y puede desarrollar 600 kilómetros por hora, facilmente), además de otros avances y proyecciones aeronáuticas y hasta astronáuticas, que lograron volar a velocidades no imaginables.
La actitud de los ingenieros, científicos y técnicos involucrados en estos adelantos, estaba basada en la filosofía ocultista del Tercer Reich, que manejaba la Sociedad Thule y Vril, la que mantenía el silencio necesario en toda la mesnada respecto de los proyectos en que se trabajaba.
Durante largo tiempo, muchas mentes científicas de los países vecinos, no alcanzaron a percibir la forma como Alemania pudo avanzar tan pronto en temas aeronáuticos y del desarrollo de armamento para la guerra que se avecinaba. Decididamente estaban avanzados en cien años en tecnología. Muchos se preguntan de dónde la obtuvieron.
En aquellas reuniones secretas de la Sociedad Thule y Vril se gestó –aunque no hay claridad en eso- el arma más secreta de Hitler: un prototipo discoidal que volaba por el espacio a 5.000 kilómetros por hora. Alemania aún no entraba en la guerra contra los aliados, pero se preparaba para ser dueña del mundo, según sus seguidores y para eso mejoraba cada vez sus curiosas naves.
Unos cincuenta años después del término de la guerra, a mediados de 1995, aparecieron dos documentales en película, que golpearon a la internacional comunidad investigadora de asuntos extraños e inexplicables, en los que fácilmente se advertía la existencia de ejercicios de naves discoidales diseñadas en Alemania, que podían volar velozmente, para ser aplicadas en la pronta Segunda Guerra Mundial, pero no alcanzaron a ser usadas contra el enemigo, porque no se tenía la plena seguridad de éxito que deseaban. Algunos documentos señalan que existe un video titulado: “Ovnis: El arma secreta de Hitler”.
Tal vez, el piloto norteamericano Kenneth Arnold, en 1947, observó una bandada de aquellas “naves alemanes” cuando sobrevolaba sobre el Mount Reinier, en el Estado de Washington, Estados Unidos.
Como haya sido, existen libros de aquellos años como: "Geheime Wunderwaffen" ("Armas prodigiosas secretas", partes 1, 2 y 3), de D. H. Haarmann o "Deutsche Flugscheiben und U-Boote überwachen die Weltmeere" ("Platillos y submarinos alemanes vigilan los mares del mundo"), de O. Bergmann, que ya hablaban de los "OVNIs del Tercer Reich".
Fuente: Dosier X, Ovnis de Orbis-Fabric y documentación personal.
http://borlonerojas.blogspot.com

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