Friday, April 11, 2008


Los hombres buenos que deciden por las mujeres.



Nueve de los diez miembros del Tribunal Constitucional han votado para que la PAE (Pastilla Anticonceptiva de Emergencia) se le prohíba a los pobres y sólo quede al alcance de los que consigan pagar el medicamento (obviamente, después de los carretes nocturnos y otros pastos, porque es de "emergencia"), lo que se decidió por 5 votos contra 4.



Pareciera que el problema es más complicado de lo que se ve. ¿Estamos volviendo al pasado, retrocediendo casi 40 años en lo referente a salud sexual y reproductiva? Un país como Chile, primer lugar en muchos aspectos productivos, económicos, financieros y con futuro promisorio por el cobre, cae al barranco y queda frente al mundo con una suerte de mente atrasada por esta resolución de 10 hombres buenos, que están situados por sobre cualquier autoridad presidencial, judicial o de otro orden, que les otorga la Ley N° 17.997 del Tribunal Constitucional. ¿Por qué no hay médicos, científicos o especialistas genéticos entre ese conjunto de 10 miembros, que pudieran haber pensado un minuto más? Ahora, Chile ha entrado a formar parte de las cinco naciones que ha prohibido la venta de este tipo de pastillas de emergencia entre las 206 naciones estudiadas. En este momento la mujer chilena no es capaz de decidir por sí misma. Aquí ya decidieron por ellas. Es una postura egoísta, que encierra importancia sólida en asuntos filosóficos y religiosos, que de salud. Es cierto, el país es cristiano, pero hay que tomar en cuenta que los católicos han disminuido un 7% o más, respecto al censo de 1992, y aquellos 10 hombres buenos no pueden disponer por la gran cantidad de mujeres que no profesan la fe católica. Además, sabido es que pareciera que se filtró parte del contenido de la sentencia, antes de promulgarla, lo que va en desmedro de Tribunal Constitucional y su propia imagen -si fuere así, como lo que señalan las fuentes- y esta vez, perdería la confiabilidad y la reserva, que son las columnas que soportan a toda institución que rige lo incorruptible. Entonces, vale preguntarse cuál sería la situación, ahora para las mujeres que no pueden recurrir a ningún organismo de salud público. ¿Qué salida hay para ellas? Las otras, las que pueden costearse el medicamento en el país o en el extranjero, no tienen mayor preocupación. Las primeras son las castigadas, por estar en el sector de los pobres y se volverán a ver tasas altas de embarazos juveniles o adolescentes, en las comunas donde habitan, en las edades que son típicas, entre 15 y 18 años. En las otras comunas de sectores acomodados no habrá este problema, aunque sucedan los mismos hechos, a las mismas horas y en diferentes lugares.

Wednesday, April 02, 2008


La hija legítima de la civilización de las máquinas.


El tema de la literatura de ciencia ficción está tristemente actualizado en estos días, atañido a la reciente desaparición del maestro chileno en este género, Hugo Correa.

La ciencia ficción ha sido el género literario que refleja, de alguna manera, la exploración fantástica, creíble o posible, constituida por un innegable tipo de vaticinios científicos, forjados respecto al futuro o a hechos que aún no han acontecido o que ocurrirán. En ella se entrelaza la fantasía y la imaginación de los escritores dedicados al tema, entre los cuales hay algunos de renombre como Julio Verne, Herbert George Wells, Ray Bradbury e indudablemente, Hugo Correa, por nombrar algunos.
Las mentes dedicadas a este razonamiento son muchas y sus nombres no cabrían en esta nota de hoy, incluso muchos de estos imaginativos literatos vienen desde hace siglos; aunque existan lectores que jamás han leído ciencia ficción, pensando que esta narrativa es como una prima en segundo grado de la narrativa soberana, y la desatienden.
La narración de anticipación cuenta, entre otras cosas, la analogía y los tecnicismos acerca de ciudades contrastantes, como una futura ciudad intachable y proba de algún cuento, en comparación a las metrópolis que vivimos en la actualidad, saturadas de personas, vehículos y contaminación. Otros temas son las máquinas, artefactos voladores, criaturas y razas futuras que, tal vez, nunca aparezcan ante nuestros ojos o se queden allí, encerradas entre las páginas de un libro de ciencia ficción.
Sería impropio no nombrar a antiguos literatos que usaron este género que hoy, llamamos ciencia ficción, tales como Platón, Apuleyo, Swift, Cyrano o Rabelais, que usaron este género sin saberlo, sólo dejando correr su imaginación y las propias fantasías que los rodeaban, porque fueron los predecesores en este asunto.
Pero hay más, antes de la revolución industrial y posterior a ella, que fue cuando las mentes, se abrieron más para dar a conocer lo inusitado e inconcebible, y la gente gozara con la narrativa de temas que para todos eran desconocidos. Por ejemplo, Luciano de Samosata, quien en el siglo II d.C. escribió “Historias Verdaderas”, donde imagina un curioso viaje a la Luna, en el que describe con claridad temprana la raza y sociedades selenitas que habitaban sobre el satélite natural de la Tierra; más adelante, Johannes Kepler, en el siglo XVII, escribe su novela “Somniun”, tema que aborda la aventura de un individuo que, igualmente, logra llegar a la Luna, esta vez con el apoyo condicional de un Satanás afectuoso; y no olvidar a Julio Verne que con su novela “De la Tierra a la Luna”, también se sitúa en el astro, disparando una cápsula desde un cañón, cercano a lo que es en la actualidad Cabo Cañaveral; además, en 1863, Verne escribe la fantasiosa novela “París en el siglo XX”, que fue considerada tétrica y fatalista, ya que al año 1960 lo imagina con ciudades apretujadas de gentes, miseria, automóviles empujados por la fuerza de la gasolina, modernos sistemas de trasmisión de voz, conectados con oficinas financieras de las grandes ciudades, etc., lo que no es más que la verdad. La novela “Frankestein” de Mary Shelley, también ha sido considerada de ciencia adelantada a su tiempo. Los 18 volúmenes épicos, escritos en sánscrito, del “Mahabharata”, en el cual se describen naves voladoras, llamados vimanas y variedad de armas atómicas que destruían ciudades completas, incendiándolas; está escrito 300 años d.C., y está incluido en unos de los primeros ejercicios de ciencia ficción, sin embargo, algunos eruditos se inclinan a pensar que son escritos de la realidad de esos tiempos. Es el más extenso poema épico de la literatura hindú; el segundo es el Ramayana, que relata asuntos similares. También está con sus especiales novelas, H.P Lovecraft, con su lectura dura, que tiene muchos adeptos; por otro lado, Louis Sebástien Mercier, con su libro “El Año 2440”, publicada en 1771, con un texto absolutamente futurista, de increíbles descripciones.
En cuanto a la creación, generación y profusión de este género, varios investigadores están de acuerdo en señalar que la ciencia ficción podría dividirse en dos grandes naturalezas: la hot science-fiction o ciencia ficción-caliente, la que se encierra más en la aventura pura, dando como principios básicos los viajes cósmicos, las guerras entre planetas y lo relacionado con las amenazas atómicas, como la obra de Fred Hoyle “Nube Negra” y las novelas del norteamericano Clifford Simak. La segunda, denominada “cold science-ficton” o ciencia ficción fría, es de temas más penetrantes, toca situaciones de sensibilidad normal y de costumbres diarias, llegando en ocasiones a momentos considerados grotescos y turbulentos. Pueden ubicarse en esta naturaleza, “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury, en 1950 o la obra “Fahrenheit” en 1953.
Si bien es cierto, en la ciencia ficción-caliente, pueden darse hipótesis acerca de descubrimientos científicos, de detallados inventos más sus consecuencias para con el nuevo orden del mundo, en lo relacionado a la ciencia ficción-fría, todas estas hipótesis se dan como realizadas, por tanto se supone que ya están en un mundo más adelantado, incluso donde incluir seres extraterrestres.
Otras de las secuencias de esta división, dentro de la naturaleza de la ciencia ficción, hay considerar una tercera parte, donde se encuentra lo relativo al humor negro, las fantasías, el sueño futurista, lo cómico y el suspenso calculado. De la forma como sea, es dificultoso ordenar clasificaciones precisas en el género de ficción, ya que, globalmente, van surgiendo cada vez más escritores de este género literario con interesante narrativa, que para destacarse deben contar, sin dudas, con amplios conocimientos de las materias que abordan.
Existe respeto y, muchas veces admiración, por aquellos escritores que en su tiempo crearon en sus textos, situaciones, artefactos, máquinas y dispositivos que hoy son realidad pura. Por eso se piensa que la ciencia ficción ha suministrado a la humanidad una suerte de gracia inconsciente, al inventar componentes que fueron fantasía hace más de 300 años y que hoy, científicos y aficionados esperan que en el siglo XXI la creación fantástica siga en avance y no claudique jamás.