Wednesday, February 07, 2007


Cuatro potencias contra el mundo

Sinistras parecieran ser las intenciones, al mantener
su dehonesta postura contra la vida.


Cuando comenzó a detectarse el problema del cambio climático mundial, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) decidieron crear, en 1988, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Este es un grupo especialista abierto a todos los Miembros de las Naciones Unidas y de la OMM.

El viernes 2, recién pasado, cuando en esta misma columna salía una nota acerca del avance del desierto norteño y los deshielos de los glaciales de la Antártica chilena, en París se daba termino a la reunión del Intergovernmental Panel on Climate Change, conocido como el IPCC.

Este fortalecido grupo tiene por función analizar, de forma exhaustiva, profunda, abierta y transparente toda la información científica, técnica y socioeconómica que sea importante y relevante para interpretar los elementos científicos de la riesgosa situación que supone el cambio climático provocado por el humano, en contra de sus propias actividades y su medio ambiente, sus posible repercusiones y las posibilidades de adaptación y atenuación del mismo.

El determinado grupo no se dedica a investigar ni tampoco a controlar datos los datos obtenidos relativos al clima y a los parámetros pertinentes; todo su potencial de investigación es sobre la base de la evaluación de la literatura científica y técnica publicada.

Potencias mundiales como Estados Unidos de Norteamérica, China, India y Australia se han negado a firmar el Protocolo de Kyoto y eso es ir contra el bienestar del mundo, ya que no disminuirán sus metas de contaminación propuestas en ese tratado, cuyo principal fundamento aboga por un acuerdo internacional por la reducción de las emisiones de CO2 y otros gases como el metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonados, perfluorocarbonados y hexafloruro de azufre, para mitigar el efecto invernadero.

El daño que, en el tiempo, harán a Chile estas potencias anarquistas climáticas, por mantenerse estáticas en su posición negativa de disminuir las amenazantes emisiones de CO2, dañarán todas las regiones de este largo país, de una forma u otra.

Aquellos poderosos que mantendrán sus economías imponentes, tendrían que buscar una energía que sea más eficaz que la que se obtiene del petróleo; debieran darles la mano y cubrir las necesidades de los países pobres y por último, humanizarse y mirar el peligro que asecha, con un poco de sentido común. La deuda ambiental que han generado esos países industrializados debería traducirse, decididamente, en asistencia tecnológica.

Nadie quiere pensar que la temperatura global subirá, a pesar del Protocolo de Kyoto.